martes, 10 de septiembre de 2013

CON AYUDA DE LOS DEMÁS.


Muchas veces constatamos lo que nuestras manos pueden hacer por los demás, pero también es bueno sentir lo que los demás hacen por nosotros en todos y cada uno de los momentos de nuestra vida. 





Una de las realidades más palpables de nuestra vida es que para mantener la salud dependemos tanto de la capacidad de nuestro organismo como de las ayudas externas que nos aportan el medio ambiente y nuestras costumbres y relaciones con los demás.

Desde que nacemos ya nos están recogiendo otras manos que nos abrazan, nos acarician.... Es un hecho que todos estamos en manos de todos. Hoy en día estamos igual en las manos del jefe de gobierno que en la del psicópata agresivo, dependemos de todos y a su vez todos dependen de nosotros.

Algunos piensan que ese necesitar a los demás es un signo de debilidad, pero nada más lejos que eso; necesitar otras manos y necesitar a los demás es un signo de grandeza de entender la esencia de la vida, de saber que el cariño, la confianza  y la cercanía de los otros son la base de la cooperación y la supervivencia entre los seres humanos.

Estar en manos de otros nos hace recibir su afecto, su entrega, su alegría y júbilo y a veces también su manipulación, el sufrimiento, el engaño y el desengaño. Pero con todo es importante que la desconfianza no se adueñe de nosotros y que  por encima del dolor que produzcan esos momentos podamos permitirnos recuperar la confianza que supone poder apoyarnos en manos de otro.

Recuperar esa confianza es abrirse a la amistad, sentir el agradecimiento, recuperar una de las fuerzas biológicas más importantes que tenemos.



                                                                     Pablo Sanz



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